INTERDISCIPLINARIAS DE ADOPCION EN MENDOZA 22 Y 23 DE ABRIL DE 2.010
“Aunque supiera que
mañana el mundo fuera a
desintegrarse igual
plantaría mi manzano”
Martin Luter King
¿MADRES
DESALMADAS…? MOTIVACIONES PARA LA ENTREGA
Antes de comenzar deseo agradecer al cuerpo de profesionales del RUA y EIA de Mendoza que gentilmente nos cedieron este espacio para compartir con Uds. nuestros pensamientos sobre uno de los pilares fundamentales del proceso de adopción.
En realidad mi exposición versará sobre
la experiencia de mi práctica profesional durante muchos años en los cuales
aprendí a caminar y comprender a estas mujeres que, con mucho valor, toman una
decisión trascendente en sus vidas que
tiene que ver con la delegación de la función materna a terceros
desconocidos. Probablemente no es un
tema desconocido para quienes trabajamos en esta área, sin embargo el objetivo
de estas reflexiones tiene relación con las
motivaciones implícitas que subyacen
en la verbalización de esta toma de
decisión.
INTRODUCCIÓN
Durante veinte años desarrollé mi
actividad profesional como Trabajadora Social en el equipo técnico del Juzgado
de Menores de Santiago del Estero, único en la provincia. A diferencia de otros
Juzgados este tenía una modalidad particular cual era la de poseer un equipo
interdisciplinario propio que asesora al juez para la toma de decisiones en una
problemática tan especial como era la de niños cuya vida se encontraba en situación
de riesgo; víctimas de diferentes comportamientos adultos tales como abandonos,
malos tratos (desnutrición, golpes, abuso sexual, prostitución) que los
colocaba en una situación de vulnerabilidad frente a una sociedad que se torna
hostil.
Una rama de esta problemática estaba
relacionada con el “abandono” de niños por parte de mujeres que renuncian a su
maternidad los cuales eran ubicados posteriormente en familias que acceden a la
paternidad por la vía de la adopción.
Si bien me desempeñé en todas las
áreas, adquirí más experiencia en esta última en la cual trabajé hasta el
último día de la desaparición del mencionado Juzgado. A partir del año 2.003,
con la creación del Registro de adoptantes fuera del Juzgado, se me afectó
“provisoriamente” a desempeñar funciones en el mismo debido a la experiencia
adquirida en la preparación de postulantes, hasta que se forme el equipo
definitivo (esta realidad aún continúa). Esta función se incorporaba a la que tenía como
Trabajadora Social en el mencionado Juzgado.
A raíz de la sanción de la Ley
Provincial 6.915 de “PROTECCIÓN INTEGRAL DE NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES”, en el mes de Octubre del año 2.008, en
adhesión de la provincia a la ley Nacional 26.061, el Juzgado de Menores dejó
de funcionar. En la práctica lo hizo en
el mes de Enero del año 2.009 pasando a cumplir sus funciones el Órgano
Adiministrativo dependiente del Poder Ejecutivo de la Provincia: la Dirección
de Niñez, Adolescencia y Familia (DINAF) .
Mi postura profesional frente a la
problemática planteada, fue cambiando a través de la práctica. En un principio
me resultaba difícil comprender el comportamiento de las mujeres frente al
desprendimiento del hijo, sin embargo la práctica me llevó a entender que son
impulsadas por diversas movilizaciones que se contraponen con el pensamiento
general de la sociedad quien genera prejuicios sobre las mismas terminando en
una condena que las paraliza y las coloca en una situación de discriminación.
Como parte de esta sociedad creo
entender (desde la percepción), sólo por la experiencia, la reacción de la
misma. No obstante hay elementos de juicio que escucho a menudo tales como “madres desalmadas”, “entregan a sus hijos como si fueran perros o gatos”, “ la pobreza es la causa de la entrega”, “los
venden como si fueran cosas” que
me provocan sentimientos de furia ya que a través de la experiencia pude
comprender la escasa veracidad de los mismos y afirmar la existencia de “otras
causas” que determinan la actitud de “abandono” (entendiéndose este como la
delegación de la maternidad) del niño por nacer o recién nacido.
No puedo dejar de mencionar la visión
que existe a nivel nacional pero sobre todo de la capital del país, acerca de
nuestra provincia la cual fue y es catalogada como “exportadora de niños”, al
igual que otras del norte del país, afirmación sostenida por diferentes medios
de prensa nacionales y provinciales
Esta percepción de la realidad lleva en
algún sentido a la asociación entrega=pobreza. Normalmente cuando se trata esta
problemática surgen como causa principal de la renuncia al maternaje, la
carencia económica. De la mano de esta afirmación escuché también “les sacan los hijos a los pobres para
entregarles a los ricos”.
La experiencia me hizo ver que las causas
económicas son las que se explicitan pero cuando se indaga más profundamente en las historias
se perciben otras motivaciones que subyacen por debajo de lo explícito. Cabe
agregar que en la práctica cotidiana estas mujeres recibían el espacio y la contención
necesaria para tomar una decisión en libertad, con el acompañamiento por parte del equipo técnico que trabajaba en
la problemática, durante el proceso de pensamiento previo a la decisión final.
Otro elemento a tener en cuenta es la
realidad de “carencia” que caracterizó y caracteriza a nuestra provincia.
Carencia de oportunidades de inserción laboral que dignifican y permiten
generar proyectos futuros. Esto inserto en una historia de dominación que se
remonta a muchas generaciones pasadas que van marcando una determinada actitud
frente a la vida.
Es importante aclarar que la
problemática también lleva a analizar otra arista cual es que la mencionada
condena social muchas veces las lleva a asumir forzosamente un maternaje para
el cual no están preparadas y que trae como consecuencia niños que viven
siempre en una situación de riesgo que termina muchas veces en jóvenes y luego
adultos delincuentes, o que no llegan a la adolescencia porque su vida termina
como consecuencia de malos tratos (golpes, desnutrición, síndrome de
mundchhausen, etc.).
Esta afirmación surge también de la
experiencia ya que muchos casos en los cuales tuve que intervenir tenían un
origen como el planteado. Hay que ser cuidadosos para trabajar en la
comprensión de estas realidades ya que el actual paradigma que sostiene la
nueva ley de la niñez, puede generar este tipo de situaciones debido a que en
el nombre del derecho del niño a permanecer en su familia de origen, se fuerzan
maternajes sin medir las consecuencias.
No
obstante el foco de mi reflexión se centrará en aquellas mujeres que renuncian
al ejercicio de su rol de madre y delegan su función en terceros desconocidos
ya sea porque se niegan a que permanezca en las redes familiares o porque no
existe el espacio en las mismas para brindarles contención.
COMPRENSIÓN
DE ALGUNOS CONCEPTOS
Si buscamos una definición sobre el
término motivación, la Gran Enciclopedia Universal Espasa Calpe la define como:
acción y efectos de motivar; motivar: dar causa o motivo para una cosa; motivo:
causa y razón que mueve una cosa. Entendido así es posible comprender que al
hablar de motivaciones hago referencia a
las causas que llevan a una mujer a delegar la crianza de su hijo recién nacido
en terceros desconocidos y si bien en la práctica trabajé con lo explícito pude
comprender que lo implícito, que surge a través del contacto frecuente con
estas mujeres, es el pilar sobre el cual se apoya la decisión de las mismas
frente a la decisión de entrega del hijo.
Florencia Altamirano en su libro
“Niñez, Pobreza y Adopción. Una Entrega Social?”, define el concepto
Motivaciones de la siguiente manera: “ …el mismo nos introduce en un complejo
mundo de significaciones colectivas en donde es posible advertir los más
sofisticados procesos de ocultamiento y negación”.
Durante los años caminados en esta
problemática pude advertir que la percepción tanto popular como profesional y
académica acerca de las motivaciones que inducen a una mujer a renunciar a la
crianza de un hijo y delegar la misma en terceros desconocidos, se pueden
agrupar en dos grandes cuestiones:
·
Lo entrega porque “no lo
quiere”, relacionado con la falta de deseo materno;
·
Lo entrega porque “no puede
criarlo”, relacionado con la carencia de recursos económicos.
De
ambos planteos la que suena con mayor énfasis se ubica en el segundo lugar,
aludiendo a que la “situación de pobreza” las lleva a renunciar a la crianza
por la carencia de recursos económicos para cubrir las necesidades básicas de
este nuevo integrante. Esto enmarcado en la afirmación de la procedencia de las
mismas, o sea una provincia pobre.
Sería
mezquino no reconocer que las condiciones de carencia económica puedan
contribuir al desprendimiento del hijo, sin embargo estas reflexiones tienden a
no considerar este factor como el determinante sino como un elemento que se
encuentra dentro del entramado de factores que se ponen en juego en cada mujer
en el marco de un contexto determinado por su tiempo histórico y social.
El
juicio que realiza el medio social puede ser comprendido desde el “mito del
instinto materno”. Al respecto Florencia Altamirano dice:… “en función del instinto materno se la presionó, amenazó y culpabilizó
para que escuchasen el grito de la naturaleza y se hicieran cargo de sus tareas
instintivas, teniendo como principal recompensa la promesa de una total
realización femenina, cuando la norma consensuada socialmente fuera cumplida.” Este
párrafo resume las representaciones sociales existentes sobre las cuales son
juzgadas estas mujeres por los actores de los diferentes engranajes
institucionales con los cuales pueden cruzarse en su camino, lo que las lleva
en muchos casos al ocultamiento de su decisión y a prácticas que ponen en
riesgo la vida del niño o incluso terminan con su vida. Esto constituye la otra
cara de la moneda, sin embargo es la misma sociedad la que las impulsa muchas
veces por este camino.
Probablemente
estos juicios condenatorios de la sociedad en la que resido, se afianzan en la
idea existente en el imaginario social de “instinto materno”, como algo innato
(desalmadas), natural (los tiran como perros o gatos), como si el hecho de
concebir y dar a luz generara involuntariamente los valores de amor y
sacrificio, necesarios para un buen desempeño materno.
Desde
esta postura ideológica las expresiones semánticas “madres desalmadas” y otras
similares que mencioné, aluden a una significación colectiva de “mala madre”,
en contraposición con el ideal del imaginario social. Es desde este lugar que
la entrega de un hijo en adopción se transforma en una transgresión “(innombrable)” ya que la renuncia al mismo
implica la negación al espíritu sacrificado que se supone responde al modelo
maternal.
Se
podría pensar sin embargo que en la actualidad esta concepción debería ser
mirada con otras aristas debido a los años de trabajo que llevamos en esta
problemática. La realidad nos sigue golpeando debido a que que pareciera ser un
tema que “cuesta ser comprendido” ya sea por quiénes se encuentran en los
espacios de poder como por quiénes están en
contacto cotidiano con estas mujeres
PENSANDO
SOBRE LAS MOTIVACIONES
A
través de la práctica cotidiana, pude percibir que hay cuestiones ocultas, más
allá de lo explícito, que llevan a lagunas mujeres a tomar la decisión de
entregar su hijo en adopción, lo cual me permitió poder comprenderlas y
trabajar con cada una de ellas en el
acompañamiento para una decisión en libertad ya sea para el desprendimiento del
niño o para recuperarlo nuevamente y proceder a su crianza.
Si
bien el tema alude a un oculto mundo interno en el cual confluyen una infinidad
de elementos que dan lugar a la renuncia a la crianza, no hay que olvidar la
compleja trama del mundo social que las rodea, determinante en la formación de
estas subjetividades.
El
contacto con estas mujeres se producía mediante el trabajo de redes
institucionales ya que desde el Juzgado se trabajaba en coordinación con los
hospitales y Salas de Maternidad donde surgía el problema espontáneamente por
la verbalización de las mismas de su deseo de entrega o por el abandono de sus
niños. A veces llegaban por sí mismas al Juzgado durante el embarazo momento en
el cual se comenzaba el trabajo de acompañamiento por parte del equipo técnico
para una toma de decisión en libertad que podía terminar con la entrega del
niño en adopción o su incorporación en el medio familiar.
Julia era una joven
de 18 años que se presentó en el Juzgado durante el sexto mes de mes de
embarazo argumentando su imposibilidad de criar al niño debido a la “falta de
recursos económicos”. Su grupo familiar formado por sus padres y varios
hermanos procedían del interior de la provincia, vivían en una situación de
pobreza y habían manifestado su imposibilidad de ayudarla en la crianza. Julia
trabajaba cama adentro en la ciudad capital acompañando a una anciana
perteneciente a una clase social alta quien no la aceptaba con el niño, es más,
ella fue quien conectó a Julia con el Juzgado. El embarazo se había producido
como fruto de una relación de noviazgo y el padre del niño lo desconocía. Julia
se negaba a decirle la verdad y se sentía acorralada por las circunstancias
encontrando como único camino el desprendimiento del hijo.
A través de las diferentes entrevistas durante el embarazo
se fueron planteando alternativas para la crianza sin que ella pudiera considerar
ninguna. A los pocos días del nacimiento del niño en el Hospital se
presentó en el Juzgado preguntando el
estado del mismo. Después de tranquilizarla se le explicó nuevamente que ella
tendría tiempo para pensar en libertad y tomar una decisión mientras su hijo
recibía todos los cuidados necesarios. A los pocos días se presentó nuevamente
manifestando su deseo de verlo. Se trasladó al niño al Juzgado y en el momento
que lo vio entendimos (la Psicóloga también
participaba en el proceso) que nunca podría desprenderse del mismo.
En conjunto con la
Psicóloga comenzamos a buscar otro espacio laboral que le permitiera permanecer
con el bebé, logrando al poco tiempo ubicar una familia que necesitaba una
persona que acompañe a su madre anciana y no se oponían a la permanencia del
niño.
La
historia tuvo un final feliz y hoy la puedo relatar, sin embargo han pasado un
sinnúmero de Julias con las cuales no pudimos cambiar la realidad.
(Motivaciones forzadas por el medio social). ¿Es posible estigmatizar a estas Julias
como “madres desalmadas”…?
En algunos de los casos en los cuales
me tocó intervenir, había un denominador común que era la ausencia de la
pareja, entendida como la negación de su presencia ante la toma de decisión. A
menudo estos hijos procedían de uniones circunstanciales o los progenitores se
habían negado a asumir la responsabilidad del mismo desconociendo su
paternidad. La situación de soledad en la cual se encontraban las llevaba a
buscar como alternativa la entrega en terceros desconocidos como una forma de
“borrar” esa experiencia dolorosa.
Ana era una joven de
20 años de edad, soltera que vivía con su madre y un hijo de dos años. Su
historia llega al Juzgado a través de la Maternidad del Hospital quien mediante
vía telefónica informa que había manifestado su deseo de no retirar a su hija
recién nacida. Se le comunica que cuando se encuentre en buenas condiciones
físicas se debía presentar en el Juzgado. Al poco tiempo Ana se encontraba en
la institución judicial con dificultades para movilizarse (le habían practicado
una cirugía), con su hija en brazos.
Durante las diferentes entrevistas mantenidas tanto con los
profesionales como con el defensor, fiscal y juez, argumentó que ella no podía
regresar a su casa con la niña ya que el embarazo había sido ocultado y sabía
que si su madre se enteraba del mismo la expulsaría de la casa, como había
amenazado otras veces frente a la posibilidad de un segundo nacimiento. Se
trabajó con Ana tratando de explicarle que ella estaba protegida y que el equipo
trabajaría con su madre tratando de tranquilizarla sin que la joven pudiera
aceptar ninguna alternativa.
Ana era hija única adoptiva de una pareja en la cual existía
una doble vida por parte del padre ya que mantenía una relación paralela con
otra mujer con la cual tenía seis hijos. La madre era sentida como una persona
que no controlaba sus impulsos con un rol de víctima que la joven justificaba,
ya que vivía enferma. La figura de su padre emergía con poca claridad aunque en
última instancia podría se r considerado para conocer la realidad que le tocaba
enfrentar, pero se negaba rotundamente a
que la noticia sea conocida por su madre por temor a la pérdida de “lo único
que tenía”.
Al
cabo de varias horas, cerca del mediodía, pidió ver a su hija por última vez,
la levantó, la besó llorando y se fue. Sabía que contaba con el tiempo
necesario para tomar una decisión en libertad y que su hija estaría cuidada y
protegida mientras tanto. También sabía que podía regresar cuantas veces
quisiera ya que tenía el espacio para ser escuchada.
Finalmente la niña fue entregada en
adopción después de haberse respetado los tiempos de Ana. ¿Es posible juzgar a
estas Anas como “madres desalmadas”…?
Otro elemento en común era la ausencia
de redes familiares de sostén lo que las
colocaba en una situación de vulnerabilidad y de desprotección frente a una
decisión tan trascendente que marcaba un antes y un después en sus vidas.
Marta era una joven
de 17 años, procedente del interior la provincia, cuyo parto tuvo
complicaciones por lo cual tuvieron que ser trasladados (madre y niño) a la
ciudad capital para una mejor atención. El personal de la Sala de Neonatología
informa al Juzgado que la madre del niño se negaba a visitarlo ya que
manifestaba que no se haría cargo del niño.
Cuando se toma
contacto con Marta la misma manifestaba “un discurso armado”, argumentando que
no podría criarlo por la falta de recursos económicos. Vivía con su madre,
único sostén y muchos hermanitos y no podían alimentar una boca más. En un
momento de la entrevista Marta comenzó a llorar y al indagar sobre su angustia
refirió que era su tercer hijo y que no quería desprenderse del mismo; los
otros habían sido entregados en adopción por su madre. Se la tranquilizó
diciéndole que sería protegida desde la institución que representaba. La madre
fue citada al Juzgado y negó rotundamente lo manifestado por Marta aduciendo
que ella se haría cargo de la crianza del recién nacido. Cuando madre y niño
obtuvieron el alta médica se fueron de regreso a su lugar de origen. A pesar de
que como equipo técnico sabíamos que Marta decía la verdad, la juez del momento
escuchó a la madre de la joven y en nombre del ejercicio de la Patria Potestad,
dijo no podía hacer nada al respecto.
Al poco tiempo una
médica del lugar de residencia de Marta se presentó en el Juzgado para
denunciar a la madre de esta joven quien se dedicaba a la “venta de bebés”
situación conocida por la gente de la zona. Su hija fue una vez más víctima de
esta realidad sin que las redes institucionales pudieran evitarlo.
¿Es
posible encuadrar a Marta en el rol de madre desalmada…?
La situación de carencia económica no
constituía un común denominador si bien en muchos casos era real y se
transmitía en lo explícito. Sin embargo al ahondar un poco más sobre sus
realidades, comenzaban a surgir indicadores que mostraban las motivaciones
reales que las impulsaban en la toma de decisión. Su angustia se centraba en la
imposibilidad de asumir la crianza de ese ser, se sentían excedidas por la
realidad que las superaba y la renuncia a la crianza, si bien generaba dolor,
también un alivio inmediato para continuar con su vida cotidiana.
A pesar de que este camino se comenzó
paulatinamente desde la creación del Juzgado, entendía que requería la
participación de otros estratos de la sociedad con los cuales se debía trabajar
en coordinación a fin de lograr la concientización de la sociedad sobre esta
visión de la problemática, necesaria para allanar el camino a esta mujeres.
Comprendía que esta era la única forma de impedir además el abandono por parte de las mismas en
situaciones críticas para el niño, por el desconocimiento de los espacios
institucionales existentes para su contención. A pesar de plantearlo a mis
superiores, entendían que la justicia no era un lugar para trabajar con la toma
de conciencia de la problemática.
CONCLUSIONES:
Como manifesté en un comienzo, lo
compartido en este espacio de diálogo son algunas reflexiones sobre un tema de
mi realidad laboral que siempre sentí “no podía ser escuchado” por quiénes
tenían intervención en el mismo. Esta sensación de parecer un quijote luchando
contra molinos de viento, fue algo compartido por quiénes me acompañaron en
estos años de experiencia, especialmente por quien me adentró en esta
problemática y hoy ya no está físicamente con nosotros. Me refiero a Graciela
Maidana, psicóloga del Juzgado y también del Registro de Adopción, una amiga y
compañera de lucha con quién aprendí a caminar y a poner el cuerpo día tras
día, convencida de que era la única
manera de transformar la realidad.
Hoy
no puedo decir que logramos lo que soñábamos, sin embargo creo que el camino
está transitado y es mi deseo que quiénes trabajan hoy con la problemática
puedan compartir esta visión y continuar el mismo.
En la actualidad entiendo que las
instituciones que abordan esta temática en nuestra provincia lo hacen desde el
mismo paradigma, es decir, respetan el derecho de la mujer y la acompañan en
una decisión libre. Sin embargo existe todavía una falta de coordinación con
quiénes estamos en la otra parte del proceso (pretensos adoptantes) lo cual
considero importante ya que aportaría criterios para trabajar de una manera más
efectiva y saludable con la
problemática.
Hoy desarrollo mi actividad también en
un Juzgado de Familia desde el cual me toca intervenir en situaciones de
guardas con fines de adopción de niños en la mayoría de los casos llegados por
entrega directa. En realidad mi intervención tiene lugar frente al pedido del
Juez del Informe Socio ambiental del matrimonio que tiene al niño en guarda con
fines de adopción. Son pocos los casos en los cuales me tocó trabajar también
con las mujeres que entregaron su niño recién nacido, por supuesto en
diferentes condiciones como todos sabemos, sin embargo mi percepción de sus
motivaciones no varía a pesar de que
tienen un discurso perfectamente armado para manifestar ante los diferentes
profesionales del proceso (Psicólogo, Trabajador Social, Juez). Con “discurso
armado” quiero decir que en general manifiestan su imposibilidad de crianza por
carencia de recursos económicos y de la existencia de otros hijos.
Finalmente
deseo agradecer el espacio para compartir estos pensamientos a esta maravillosa
gente del RUA Y EIA que constituyen un ejemplo para imitar por la continuidad
del camino comenzado y el crecimiento
adquirido a pesar de los obstáculos que imagino siempre se presentan.
Por la Lic. Alicia Lopez
Trabajo presentado en las VII Jornadas
Regionales IV Nacionales
Interdisciplinarias de Adopción en
Mendoza
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