Buenos Aires, Abril 2010
La adopción de
niños más grandecitos y de niños con necesidades especiales
Todo niño pequeño o grande sólo o
integrando un grupo de hermanos, sano o enfermo, capaz o con capacidades
especiales NECESITA Y MERECE UNA FAMILIA.
Cuando se trata de un niño pequeño y sano privado
definitivamente de cuidados familiares, existen numerosas personas o
matrimonios dispuestos a brindarle una familia.
Cuando el niño pequeño tiene una
enfermedad o discapacidad el número de postulantes disminuye, y si tiene, edad
escolar o integra un grupo de hermanos (tres o más niños) o se trata de un
adolescente, o de niños que deban vincularse con su familia de origen, la
dificultad de encontrar quienes estén dispuestos a ahijarlos es aún mayor.
Nos resistimos a utilizar términos
como “adopciones tardías” o “adopciones necesarias” para referirnos a estas
adopciones.
No son “tardías” porque la adopción
debe producirse cuando existe la imposibilidad definitiva de contar con la
inserción del niño o joven en su familia de origen.
No son particularmente “necesarias”,
porque toda separación del niño de su familia de origen lo es cuando es
estrictamente necesaria.
En general ambas denominaciones
responden a considerar como la adopción ideal a la de un niño recién nacido y
sano. No advirtiendo que la adopción es una institución al servicio del niño
que necesita una familia cualquiera sea su condición en relación a su edad o a
su salud o capacidad.
Estos términos son utilizados
conjuntamente con el de “adopciones difíciles” para dar cuenta de la dificultad
en encontrar personas dispuestas a convertirse en familias de estos niños. Y
también por estimar como “difícil” el poder llevar a cabo adecuadamente el proceso de integración familiar adoptiva.
Desde hace más de diez años nos
dedicamos a buscar familias para estos niños y es esta experiencia clínica la
que pretendemos transmitir, ya que muchos de ellos viven hoy plenamente
integrados a una familia.
Denominamos el programa de la
Fundación Prohijar FAMILIAS ESPECIALES y decimos que son FAMILIAS ESPECIALES y
no niños especiales, porque son los adultos los que deben tener especial
fortaleza y disponibilidad para
convertirse en la FAMILIA de estos niños y jóvenes.
Observamos que son adultos que han
pasado por experiencias difíciles de vida y que han salido fortalecidos de las
mismas, superándolas. Que tienen mucho
para ofrecer, amor, contención, dedicación, apertura a recibir acompañamiento
profesional y a realizar tratamientos, estudios y/o actividades y todo aquello
que el niño necesite.
Definitivamente son personas con el
deseo y la disponibilidad personal, afectiva y material para constituirse en
padres o madres de estos niños.
Todo esto que decimos son verdades de
Perogrullo, cuestiones de sentido común, pero en la tarea con niños y familias
se re significan y es cuando toman cabal sentido.
Como consecuencia de ello preferimos
hablar de FAMILIAS ESPECIALES, adultos especiales: pues niños especiales lo son
todos y se es “buen padre o buena madre” cuando se procura dar lo que el niño
necesita y se satisface una y otra vez sus necesidades, con la contención del
afecto y el reconocimiento de un lugar de familia propicio para el.
De la idealización de la
maternidad/paternidad mucho se ha escrito.
De la idealización de la
maternidad/paternidad adoptiva también pero quizás se haya aprendido poco aún.
Pareciera ser que el niño/a – joven a
adoptar viniera a cubrir exactamente la
expectativa de su padres pero la mala noticia y no novedosa por cierto, es que
ningún hijo cubre las expectativas de sus padres, así como nosotros no
cumplimos las expectativas de nuestros hijos ni las de nuestros padres.
No somos lo que los otros esperan,
sino lo que hemos querido o podido ser. Pues la vida de cada uno nos pertenece
así como la vida de nuestros hijos les pertenece. Por eso parece infantil que
el niño/a a adoptar “calzara” como la zapatilla de cristal de la Cenicienta. NO
HAY HIJO/A a medida de los padres ni biológico ni adoptivo. Lo que a veces
sucede es que al hijo biológico se lo fuerza a calzar aunque apriete o duela y
al adoptivo si no se estableció aún el vínculo familiar que se construye con el
tiempo, el amor y las vicisitudes de la convivencia y de la vida se lo rechaza
“se lo devuelve”.
Por ello cobra relevancia el modo en
que se lleva a cabo el proceso de integración familia adoptiva.
En nuestra experiencia el éxito de
las adopciones de niños en edad escolar, de jóvenes y de niños con problemas de
salud depende de:
I. Conocer al niño o adolescente
II. Conocer a quien/quienes aspiran a su adopción
III. Acompañar todo el proceso adoptivo.
I.
CONOCER AL NIÑO O AL ADOLESCENTE:
Cómo conocer y
para qué: conocer en un espacio de juego y tranquilidad, con la privacidad
necesaria.
Un tiempo y espacio
sólo a su disposición, sin realizar otras tareas ni en presencia de adultos ni
de otros niños: propiciar la conversación, acerca de sus gustos, jugar, leer,
hacer manualidades, ir a una plaza
cercana.
DISEÑAR EL
ENCUENTRO:
Según las
preferencias y posibilidades del niño. Oírlo con atención, contestar sus
preguntas con la verdad y conforme su comprensión.
Respetar sus
tiempos, sus muestras de agrado o desagrado, comprender su distancia, rechazo,
conductas inapropiadas, excitabilidad e irritabilidad.
Procurar que el
momento de conocimiento del niño sea de disfrute y tranquilidad sembrando la
posibilidad de poder volver a encontrarse.
Para qué: para
conocer sus necesidades y requerimientos y establecer una relación de confianza
y sostén que resulta clave para la integración familiar adoptiva.
II.
CONOCER A QUIENES ASPIRAN A ADOPTARLO:
Quien se
encuentra en mejor posición de conocerlo/s es quienes lo/los hayan evaluado.
Es necesario
haber establecido una relación profesional y humana en la que puedan ser
planteadas las dudas y los temores y puedan confiar en la ayuda profesional.
Para qué: para
reconocer las debilidades y las fortalezas de los postulantes en relación a un
niño/a o joven en concreto.
Haber establecido
una relación de confianza y sostén resulta clave para la integración familiar
adoptiva.
El proceso de
integración adoptiva: en orden a las necesidades del niño o joven el juez
elegirá a los postulantes que estime más convenientes para asegurar su superior interés entendido como
el cumplimiento integral de sus derechos, procurara una familia que le permita
su pleno desarrollo personal.
Conocer al niño y
a los postulantes resulta necesario para una adecuada integración adoptiva.
Cómo los conoce:
a través de la entrevista personal y de los informes de todos los
intervinientes, su equipo técnico, el de los organismos administrativos, de los
cuidadores transitorios, los de las organizaciones acreditadas en adopción.
Es relevante contar con la mayor información, el éxito
dependerá de su análisis y de establecer relaciones cooperativas entre todos
los involucrados priorizando la elección en virtud de las necesidades del niño
o joven.
Tarea nada
sencilla: nadie es el dueño de la intervención y mucho menos del niño, el juez
es el director del proceso a él le compete restablecer el derecho del niño a
tener una familia y necesita de la pacífica cooperación de los intervinientes.
La responsabilidad es de todos. (Ampliamos esta cuestión en nuestro trabajo ¿De
quién son los niños?, Jornadas nacionales interdisciplinarias de adopción MENDOZA, 2006.)
La dificultad
radica en que muchas veces no existen postulantes registrados para estos niños.
La búsqueda será a la medida del niño o joven y se apelará encontrar en la
comunidad y se evaluará en razón a las necesidades concretas.
Cuando empezamos
a trabajar por la desinstitucionalización de estos niños nos encontramos con
las siguientes dificultades: que podrían resumirse en prejuicios:
¿Con 14 años quién lo va a querer?
¿Con alcoholismo
fetal quién puede asegurar su desarrollo, quién lo va a querer?
¿Con siete
hermanos quién lo va a querer?
¿Con sordera?
¿Con discapacidad
mental?
¿Con ceguera?
¿Con VIH?
¿Con
hidrocefalia?
¿Con vinculación
con su familia de origen?
NOS RESPONDIMOS:
no es que no existan padres y madres para estos niños sólo no los conocemos.
Gracias a estar convencidos y perseverar en el compromiso con esta tarea, éstos
y muchos niños y adolescentes hoy se encuentran plenamente integrados en una
familia.
La respuesta a
quien los va a querer es simple: los quieren quienes son capaces de construir
un vínculo que se inicia con los ingredientes básicos: el deseo de ahijar y la disponibilidad. Habrá que agregar tiempo,
infinita paciencia y perseverancia. Recurrir a toda ayuda posible, de otros
adultos: familiares, amigos y profesionales.
Contar con esta
ayuda ha sido significativa a la hora de sobreponerse a las dificultades
propias de la crianza, de las historias y vivencias, de los tratamientos
médicos, de las necesidades escolares. En fin, recurrir a pedir ayuda y
utilizarla contribuye fuertemente a una plena integración familiar y disminuye
el número de fracasos en el proceso de integración familiar adoptiva.
Observar la
integración de estos niños o jóvenes a una familia produce enorme satisfacción.
El fracaso en el
proceso de integración adoptiva aún en su incipiente etapa de conocimiento del niño o joven produce
devastación. La práctica nos enseña que vale la pena volver a buscar: al
encontrar la familia lo suficientemente buena, entendiendo ésta como la que
puede dar respuesta a ese niño o joven puede
restaurar la confianza y garantizar
la integración familiar adoptiva.
Desafortunadamente
hemos intervenido en la búsqueda de familias para niños que habían pasado
experiencias de integración adoptiva frustradas, a veces en varias
oportunidades, en estos casos así como cuando los niños han convivido en varios
ámbitos de cuidados transitorios resulta
clave dedicar más tiempo a
conocernos y a cimentar un clima de confianza, sin la construcción de ese
puente, es difícil para un niño que no cree en nadie y que aún no ha encontrado
un lugar de pertenencia animarse a intentar conocer a alguien dispuesto a
convertirse en su familia.
Estar
verdaderamente disponibles es un
buen primer paso, aunque cabe decir que hemos presenciado buenas integraciones
familiares sin esta primera disposición, habiendo llevado más tiempo y mayor
acompañamiento profesional.
Así como las
familias tienen que estar totalmente dispuestas también deben estar plenamente
dispuestos los profesionales intervinientes en el proceso de integración
familiar adoptiva. No existen horarios ni días en los que los adultos y los
niños no puedan requerir ayuda. Somos responsables para siempre de lo que hemos
domesticado decía El Principito.
No existe mejor
manual de vinculación, habrá que llegar siempre a la misma hora para poder
preparar el corazón. Los adultos quienes aspiran a convertirse en la familia de
estos niños y los profesionales que pretenden acompañarlos deberán ser
previsibles y confiables.
Cuando un niño o
joven debe vincularse con la familia de origen deberá organizarse un
dispositivo que favorezca el encuentro y que respete las posibilidades de
todos, facilitando y procurando el acompañamiento que debe extenderse a la
familia de origen.
Sólo teniendo en
cuenta las necesidades del niño o joven que se debe vincular y las
posibilidades de los adultos se pueden construir vínculos saludables.
Cabe preguntarnos
porqué permanecen institucionalizados miles de niños en nuestro país y en el mundo sin
posibilidad de encontrar un lugar de familia, sin posibilidad de ser hijos de,
hermanos de, nietos de, sin ser atendidos en sus necesidades.
Hemos sido
privilegiados al participar en el proceso de integración familiar de estos
niños y jóvenes. Hemos aprendido escuchándolos y acompañándolos. Aprendimos a
detectar fortalezas y ayudamos a sostener los momentos difíciles.
En una primera
etapa del proyecto nuestra misión fue encontrar un adecuado lugar de familia para
cada uno de estos niños y jóvenes.
Hoy afirmamos que
esto es posible.
Actualmente
destacamos que una vez encontrada la posible familia todos los esfuerzos deben
estar destinados a acompañar el proceso de integración adoptiva a fin de
establecer la construcción de vínculos familiares, saludables, estables y
definitivos.
Convocamos a la
comunidad y a los profesionales a sumarse comprometiéndose con el derecho de
todo niño a tener una familia.
Por la Dra. Sandra de los Ángeles Juárez
VII JORNADAS REGIONALES y IV JORNADAS NACIONALES INTERDISCIPLINARIAS DE
ADOPCION - MENDOZA
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