Carta a dos mujeres



 

Carta a dos mujeres:


Yo no sé qué circunstancias de la vida las llevaron a separarse de esa criatura que gestaron durante nueve meses. No sé si sentían por ese ser, amor o indiferencia, preocupación o rabia, fastidio o pena. O quizá una confusa mezcla de todo eso.

No sé si sintieron alivio o dolor por esa separación. Tampoco si piensan alguna vez en el pasado y si lo hacen qué sentimientos les provoca. Pero sea cual sea su circunstancia y su historia, siento la necesidad de decirles dos cosas:

La primera es que la decisión que tomaron fue una decisión valiosa. Quisiera pensar que no se sienten culpables por eso. No tienen por qué sentir culpa. Ese ser que cada una de ustedes trajo al mundo, esos dos seres que hicieron nacer, y después entregaron a otras manos que les dieran cuidados, en un acto voluntario, consciente y responsable, crecieron, y son hoy dos buenas personas. Como cualquiera, a veces están felices y a veces no, pero todos los días viven su vida con ganas. Ambos saben que hubo un hombre y una mujer que les dieron la vida y que no pudieron ser sus padres, y lo comprenden.

No tienen rencores, no tienen por qué tenerlos. Saben que a veces las circunstancias de la vida de las personas son muy difíciles o complicadas... saben que recorrer el camino de la legalidad en la renuncia, para posibilitar que una criatura sea y se sienta hijo, para posibilitar que otros sean sus padres, es de alguna manera un acto de amor, y esencialmente y sin duda, un acto de vida.

La segunda es gracias. Gracias por habernos permitido encontrarnos con nuestros hijos. Por esta familia que tenemos hoy, les estaremos agradecidos a lo largo de toda nuestra vida, siempre.

Mi deseo sincero es que hayan podido encontrar su camino. Que la vida les haya dado afectos. Que así como ustedes dieron vida, generosamente, hayan recibido vida, generosamente.

Susana Dulcich

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