Necesitamos
profesionales específicamente formados en la temática
Si
bien es hermoso y emocionante leer o escuchar la inmensa felicidad que trasuntan tantos
relatos de experiencias vividas por quienes después de largas esperas, se
encuentran por fin con sus hijos a través del vínculo adoptivo, todas las
familias adoptantes sabemos que no es un camino sencillo de recorrer, y que la
apertura que afortunadamente se va instalando en el imaginario de los que
esperan, en cuanto a la posibilidad de adoptar chicos no tan chiquitos conlleva indudablemente grandes desafíos.
Muchos
de nosotros, tanto entre las familias adoptantes como entre quienes desean y
esperan serlo, creemos que no solo tenemos que informarnos y formarnos para ser
mejores padres, sino que también tenemos que librar algunas batallas, para que la adopción sea cada vez más, una
posibilidad buena y sana de ser familia. Para mejorar la situación de los
chicos que esperan. Para que los adoptantes puedan brindarles lo mejor de sí,
y de esa manera desarrollarse felizmente como familias.
En
la actualidad, la existencia de los grupos autoconvocados, nos acerca y abre
muchísimas posibilidades, ya que además de ser un ámbito de contención, aprendizaje
e intercambio, pueden constituirse -y de hecho hay algunos que ya han recorrido
intensamente este camino- en una
herramienta valiosísima para hacernos oír, para hacer conocer a las
instituciones nuestra mirada basada en la experiencia directa, para estar
presentes, y para lograr, trabajando con paciencia y perseverancia, que se
entiendan algunas necesidades que son fundamentales para los chicos y sus
familias.
Por
ejemplo, algo que tendría que ser obvio, y que sin embargo es difícil de encontrar,
a lo largo y ancho de nuestro país, salvo algunas maravillosas excepciones: que los integrantes de los organismos
que trabajan con situaciones de adopción, tengan la apropiada e indispensable
formación en el tema, y una estructura adecuada que les permita según el caso
y las distintas circunstancias, acompañar a las familias siempre que sea
necesario, más allá de una primera vinculación.
He
escuchado el planteo de que algunas personas que pertenecen al Poder Judicial
no consideran que el seguimiento de las familias que ellos han ayudado a
integrar, deba hacerse desde esa instancia. No puedo desde mi lugar de mamá,
evaluar si esa tarea corresponde al Poder Judicial, o a otros organismos del
Estado. Pero sí sé, que cuando se
postula el derecho de los niños a tener una familia, es totalmente
contradictorio, pero sobre todo injustificable, no brindarle a esa familia,
desde uno u otro organismo, la contención, la información, y el acompañamiento
necesarios, para que se realice en la realidad concreta, el derecho del niño a
crecer y ser feliz en ese ámbito.
¿Puede
defenderse el derecho de los chicos a
tener una familia, si al mismo tiempo esa familia que lo recibe como hijo no
está debidamente acompañada en ese camino de integración y de construcción de
lazos?
¿Puede
promoverse desde el Estado y las instituciones, la adopción de chicos más
grandecitos, de grupos de hermanos o de chiquitos con algún problema de salud,
y al mismo tiempo dejar a las familias que recorren este camino, a la deriva?
Para
cualquier grupo familiar, la adolescencia es una etapa difícil, y es bastante
común, tener que recurrir al apoyo o la orientación de un ámbito terapéutico. Con
mucha más razón, esta realidad debe ser tenida en cuenta en el caso de familias
adoptantes, que han incorporado a sus hijos con una historia que en muchos
casos no es para nada sencilla. ¿Es posible que no se considere fundamental el
apoyo de profesionales capacitados para asegurar el bienestar y desarrollo
feliz de un niño dentro de su familia, una vez que se encontró con ella?
Hay
historias difíciles, dolorosas, y aun entre las menos complicadas, todas necesitan
de alguna forma ser sanadas, reparadas, todas necesitan un ámbito profesional
que ayude a la comprensión y a la superación de las dificultades, y eso solo
pueden brindarlo quienes conocen y están adecuadamente formados en la temática.
Cuando
hablamos de adopción, siempre es necesario un espacio donde se escuche y
oriente a los adoptantes y a quienes desean serlo, dándoles herramientas para transitar
este camino en forma saludable. Pero en la realidad actual, cuando la gran
mayoría de los chiquitos adoptados no son bebés, y tienen una historia a
cuestas, esta posibilidad de brindar sostén en la vinculación e integración de esas
familias, de apoyarlas y acompañarlas, se transforma en una necesidad imperiosa
y debiera ser para las instituciones un requisito indiscutible.
Si
se considera que un acuerdo entre privados (madre biológica y adoptante)
vulnera los derechos del niño al ponerlo como objeto que pasa de una mano a la
otra, y que es el Estado el encargado de intervenir para proteger a ese niño
como sujeto de derechos, para que esto realmente se cumpla, las instituciones
tienen que garantizar la correcta evaluación de los futuros padres como capaces
de brindarle a ese chico, amor, respeto, y condiciones adecuadas y saludables
para su crecimiento, y también y al mismo tiempo, asegurarles la información
veraz y todo el apoyo, seguimiento y acompañamiento en los primeros contactos y
posterior desarrollo de vínculos entre ese chiquito y su familia, por lo que la
capacitación de los profesionales en el tema adopción es parte importante del
respeto a los derechos de los niños.
Personalmente
he escuchado repetidamente, y aprendido, de profesionales con mucha y valiosa experiencia
en el tema, que es imprescindible para
trabajar con familias adoptantes, con los chicos en situación de adoptabilidad,
y con quienes esperan adoptar, estar formados en la temática. Y lo complicado
que puede llegar a ser para el grupo familiar,
la intervención de un profesional que aunque idóneo, carezca totalmente
de la perspectiva y los elementos que dan el específico conocimiento y formación
en el tema adopción.
Muchos
de nosotros conocemos por experiencia directa o por la de otros papás, lo que
significa una desacertada intervención profesional para una familia adoptante
que está viviendo alguna situación difícil de resolver, y por el contrario,
cuánto y cómo ayuda y facilita nuestro funcionamiento como familia, una
contención profesional adecuada.
Creo
que es el momento de plantearnos la necesidad de nuestra participación activa
para ayudar a que se tome conciencia de que ya sea los juzgados, o en su caso,
otros organismos que deban intervenir en la vida de chicos que por su situación
se integrarán a una familia adoptante, deben contar con profesionales que
tengan los conocimientos y elementos necesarios como para trabajar con el tema
adopción.
Así
como es imprescindible para proteger sus derechos, la existencia de un equipo
interdisciplinario que evalúe y ayude a resolver la situación de cada niño, cuando
se tiene la potestad para declarar la adoptabilidad de una criatura, los
profesionales que trabajan en ese ámbito, tienen que estar específicamente
preparados en esa práctica y dedicados a ello, porque únicamente de esa forma podrán
hacer en forma correcta y saludable, el acompañamiento que necesitan quienes
llegan a ser familias por adopción.
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